miércoles, 11 de junio de 2014

Naturaleza muerta

Cerré los ojos y vi tu luz,
abrí las manos y tocarte quise,
mientras ululaba ante mí la brisa
del sepulcro frío proveniente,
entre las tumbas sin nombre
cubiertas de hiedras marchitas.

Quebróseme la voz y gritar no pude,
apretábase con fuerza el nudo a mi garganta
y, abandonándome a la derrota,
me encomendé al destino,
viéndote marchar entre penumbras,
adentrándote en la sombra.

Esquirlas de cristal parían mis ojos,
la noche se hizo mi amiga, mi compañera,
no pude seguirte allí donde te fuiste,
dejé que me cubriesen las zarzas y las enredaderas
y, convirtiéndome en estatua muda y ausente,
morí por tu partida, pagando mi condena.

Alas negras las de los cuervos
que sobre mis brazos sus nidos tejían,
fueron mis orificios lúgubres moradas
para las alimañas, gusanos y culebras
y, siendo ya mis piernas meras raíces inmóviles,
pasé a ser el guardián de la sombría cripta,
el amante eterno, la impasible naturaleza muerta.
Aquí te esperaré ahora y por siempre,
vestigio triste del enamorado a tus puertas.

Alcaucín, 10 y 11 de Junio de 2014