jueves, 11 de febrero de 2021

Mea culpa

Me extravío en la ausencia de tus palabras
a sabiendas de que este adiós será el definitivo, 
que ya no habrá más noches en tu cama
ni más tú con yo, ni más yo contigo. 

No volveré a nadar en tu mirada esmeralda,
ni veremos más atardeceres rojos desde paraísos perdidos. 
Con lo bonito que fue todo nuestro viaje
y que triste ha sido llegar al destino.

Pero tranquila, pequeña, que tú no tienes la culpa de nada, 
que yo entiendo las razones, comprendo los motivos.
Soy yo quien ha roto los sueños que soñabas, 
soy yo quien de tanto soñar, despertar no he sabido.

Me asfixia el silencio y la distancia 
ahora que cuanto más te extraño más te pierdo. 
Y sólo se me ocurre decirte otra vez que lo siento
por haber estropeado siempre el momento,
por hacerte perder el tiempo
y no haber estado nunca a la altura,
por no llevarte a la locura
cuando era lo que más deseaba,
amarte y que me amaras, 
que las cosas funcionaran, 
que nuestra nave espacial por fin despegara,
perdernos en el espacio sin miedos ni dudas, 
yo junto a ti seguro, tú junto a mí segura, 
que la magia no se acabara, 
que la pompa no explotara.

Sé que ya no vamos a viajar a esos sitios de los que hablabas
ni regresar a aquellos que un día hicimos nuestros, 
que lejos quedan ahora la Alhambra y Granada 
con lo preciosos que fueron nuestros besos. 

Quien pudiera volver a bailar a la luz de las farolas, 
susurrarte guapa de nuevo al oído
y que bajo las estrellas y junto a las olas
te convencieras de cuanto te he querido.

Me asfixia el silencio y la distancia 
ahora que cuanto más te extraño más te pierdo. 
Y sólo se me ocurre decirte otra vez que lo siento
por haber estropeado siempre el momento,
por hacerte perder el tiempo
y no haber estado nunca a la altura,
por no llevarte a la locura
cuando era lo que más deseaba,
amarte y que me amaras, 
que las cosas funcionaran, 
que nuestra nave espacial por fin despegara,
perdernos en el espacio sin miedos ni dudas, 
yo junto a ti seguro, tú junto a mí segura, 
que la magia no se acabara, 
que la pompa no explotara.

Dime dónde estás, que te busco y no te encuentro,
tu recuerdo son hoy mis lágrimas en el viento.
Que mierda que la comedia romántica se terminara,
que mierda haberlo podido tener todo y por mi culpa no tener ya nada.


Alcaucín, 11/02/2021

sábado, 4 de abril de 2020

Llegar tarde

Nos encontramos por la calle.
Con prisas. Porque siempre tenemos prisa.
Prisa por llegar a algún sitio donde seguro no hacemos falta, o donde no somos imprescindibles. O donde ni siquiera se nos espera.
O peor aún: donde si nos esperan es de manera interesada.

Y sin embargo, persistimos en ello.
En la prisa por llegar a esos lugares donde da igual que estemos o no estemos.
Porque si estamos, a nadie le importará ni lo apreciará lo suficiente. Ni siquiera será capaz de agradecerlo.
Y si no estamos, nadie nos echará en falta ni pensará que somos irreemplazables.

Y por culpa de esas prisas por llegar a esos lugares donde, en el fondo, cuenta una mierda que lleguemos antes o después, no nos detenemos cuando nos encontramos.
Apenas un saludo rápido, algún intercambio de frases de cortesía, una excusa improvisada y, como mucho, el clásico “ya nos veremos” o “yo te llamo”.

Cualquier charla amistosa y distendida  o cualquier conversación amena e intensa se evaporan como escamas de hielo sobre una plancha caliente. No hay lugar para el café o la cerveza que podríamos tomar disfrutando como pasa la tarde. Ni siquiera para un mísero cigarrillo mientras damos un paseo.

No tenemos tiempo. Llegamos tarde.

Y luego ya no nos vemos. Ni nos llamamos. No es necesario, hay más días, hay más momentos.

Aunque lo único cierto es que los días se van pasando, que van cayendo las hojas del calendario.
Se consumen los meses, se marchitan los años.
Se acaban los momentos. Sin vernos, sin llamarnos.

Siendo fugaz, desperdiciamos el tiempo como si fuese eterno.
Siendo efímero lo malgastamos como si nos sobrara.
Y las ocasiones, la vida, como si de whisky caro se tratase, nos empeñamos en dejarlo correr por el sumidero de los “llego tarde”.

Pero ¿y si no hubiera más momentos? ¿y si ya no tuviéramos más ocasiones?
¿y si aquella vez que nos vimos, con prisa, sin detenernos, hubiera sido la última?

Ya no habrá café ni cerveza. Ni conversación ni charla. Ni cigarrillo ni paseo.
Ni nos veremos. Ni nos llamaremos.

De tanto posponer las cosas que de verdad importan, se van quedando pendientes.
Y lo pendiente acaba por aplazarse.
Se aparca, se abandona.
Se olvida y, poco a poco, se pierde.
Y, al final, deja de ser importante.
Porque importa más no llegar tarde.

Sin darnos cuenta, habremos dejado de estar donde sí hacíamos falta, donde sí éramos totalmente imprescindibles. Era allí donde sí nos esperaban, y no de forma interesada.

Allí sí importaba que estuviéramos, allí sí se agradecía nuestra presencia. Allí sí éramos irreemplazables.

Mas no lo vimos. No lo entendimos.

Nos quedamos sin el café y sin la cerveza. Sin la conversación y la charla. Sin el cigarrillo y el paseo.

En definitiva, llegamos tarde.

Llegamos tarde a lo importante.


Vélez - Málaga, 01-04 de Abril de 2020

sábado, 27 de febrero de 2016

Revolucionaria

Piérdete conmigo
en las caricias extrañas,
en utopías confusas
o en el misterio que guardas.

Píntame de rojo
secretos en tu almohada
y háblame esta noche
de los sueños que soñabas.

Quiero contigo caminar
y aprender de tus palabras,
dejarme guiar por tus manos
y seguirte sin dudar nada.

Quiero encender la chispa
de la rebelión en tu cama
y parapetarnos a oscuras 
desnudos tras nuestra barricada.

Quiero gritar
y quebrar el silencio
al compás de tu garganta
consignas de libertad
que rompan en la mañana.

Quiero ondear
a los cuatro vientos
nuestra bandera de esperanza
y levantar al pueblo
en justa lucha armada.

Te quiero así, sin más,
rebelde y contestataria,
valiente, firme y tenaz,
te quiero, así,
revolucionaria.


Vélez-Málaga / Alcaucín, 26 y 27 de Febrero de 2016

domingo, 23 de agosto de 2015

Infinito (Azul Profundo, Parte II)

Pero no llegaste.
No hubo luces que se apagaban ni puertas abiertas. No hubo pasos acercándose ni manos sobre mis hombros. Tampoco respiraciones aceleradas ni palabras tardías saliendo de unos labios arrepentidos. No hubo nada. Solo el silencio. Y el mar... nuestro mar... aunque nunca fuese nuestro porque nunca hubo un nosotros.
Debí volver a quedarme dormido mientras soñaba contigo, o tal vez soñara contigo al volver a dormirme. Sea como fuere, la cuestión es que tú no estabas allí. Me ilusioné creyendo que el momento podría ser este pero es evidente que la realidad sigue siendo otra. Dicen que nunca hubo segundas partes buenas, y a la vista está, pero a mí siempre me gustó nadar a contracorriente. Bueno, es un decir, lo de nadar sigue sin ser lo mío. Sin embargo, tú sigues siendo la sirena del azabache a la espalda. Supongo que es motivo más que suficiente para comprender por qué te me escapas cada vez que creo haberte alcanzado.
Lágrimas de plata me pare ahora la madrugada al arrullo constante del oleaje sereno. Y no hay acordes de música rara, ni melodías confusas, ni aquellas canciones que llamabas tuyas o aquellas otras que nos hicimos nuestras. No hay un cubata al resguardo de una tarde, ni espectros danzantes de nicotina bailando en torno a mi mirada tonta clavada en tu sonrisa efímera. No hay magia que te desnude ni brisa que nos despeine. No hay levante que seque las sábanas blancas que tendimos al amanecer.
No hay nada de lo que una vez creí que pudo haber habido. Nada de lo que pudimos llegar a construir. Nada. Tan sólo un horizonte lejano, inalcanzable, onírico y difuso. Un horizonte quimérico, absurdo. Un horizonte infinito.
Me levanto y recojo la guitarra, me sacudo la arena de mi memoria y los recuerdos de la ropa y dejo atrás la playa y el mar, las olas y la roca. Subo, arranco y piso a fondo. Sin mirar atrás, como siempre lo he hecho. No hay sitio al que regresar ni ningún lugar al que volver. Las huidas siempre son mejores si son hacia adelante y al olvido ya le pondremos alguna vela o algún ramo de rosas en la cuneta por la que se despeñaron  mis ilusiones un viernes cualquiera.
Ya te olvidé una vez. Podría volver a conseguirlo, aunque lo cierto es que ni yo mismo me lo creo. No me lo creo porque sé que, aunque lo consiga, más temprano o más tarde aparecerás de nuevo cruzándote cómo se cruzan los gatos negros por la calle corriendo de una acera hasta la otra, haciéndote frenar de golpe, provocando que te comas el volante y se te encoja el estómago. Aparecerás sin aviso previo, derribando de un suspiro alegre de tu boca cualquier castillo de naipes que en precario equilibrio yo hubiese sido capaz de levantar durante todo este tiempo, siendo otra vez, sin quererlo, terremoto y huracán, torbellino inocente que me sacuda el corazón y me pellizque el alma hasta hacérmela sangrar, como en tantas otras ocasiones. Aparecerás con el sofoco asesino de un ocaso de terral caliente. O con la bruma fresca de una sensual mañana de primavera luminosa. ¿Quién sabe? Tal vez sea con los primeros fríos de diciembre o quizá con la lenta caída de las hojas en el otoño gris y taciturno. No sé. Tampoco me importa demasiado. La certeza es tan grande que el cómo, el dónde o el cuándo me es del todo indiferente. Lo que cuenta es lo importante. Y lo importante siempre fuiste tú, aunque nunca supieses qué era lo que a mi realmente me importaba.
Abro la ventanilla y dejo que el aire de la noche me enmarañe los cabellos. Me vuelvo a llevar la mano al pecho y compruebo, una vez más, que sigo sin tabaco. Revuelvo la guantera apartando la vista de la carretera por unos segundos, buscando algún paquete viejo que pueda haber quedado olvidado y finalmente encuentro uno con un par de cigarrillos partidos y uno que milagrosamente ha quedado ileso. Me lo llevo a la boca, lanzo el paquete y su contenido por la ventana y lo prendo con el mechero del coche. La primera calada inunda mis pulmones y calma mi ansiedad, dejándome un regusto rancio y desagradable en el paladar. Expulso el humo lentamente mientras sigo conduciendo sin saber muy bien a dónde me dirijo. Siempre me gustó perderme por la carretera, pero ya la gracia no es la misma. Antes nunca supe qué habría tras la siguiente curva o el próximo cambio de rasante, ni a dónde nos llevaría el rumbo que nosotros mismos marcábamos jugando al azar caprichoso de un destino incierto. Ahora es distinto. Ahora por fin sé a dónde conducen todos los caminos. Y también, aunque sepa cómo volver, nunca he sido capaz de dar media vuelta. Prefiero seguir adelante. Prefiero que siga habiendo tierra de por medio. Al menos hasta que el gato cruce otra vez de acera.
Los neones parpadean como cometas fugaces y en la radio un tipo habla de recorrer la ciudad de punta a punta quemando nuestros malos sueños. Me pinta de verde los semáforos el recuerdo de tu risa amapola y acelero intentando dar alcance a los días pasados, huyendo de un futuro que dista del previsto. Las avenidas de la ciudad llevan escrito tu nombre y en la cal de las paredes creo distinguir desdibujada tu mueca exótica que divertida me vigila. Me costó darme cuenta, pero por fin he comprendido que, por mucho que me aleje, por mucho que corra, o que huya, siempre habrá mil caminos esperando. Mil caminos por recorrer. Mil caminos que me lleven contigo, mil calles que me guíen hasta ti.
Fuiste la espina clavada, la astilla incrustada bajo mi piel y yo, soñador sin aguja ni alfiler, preferí dejarte que te acomodaras y acostumbrarme a soportar el dolor latente de llevarte siempre conmigo. Me hice a la idea de que cambiarte visitas casuales y confidencias oportunas, como se cambian los cromos en el patio del colegio, era mejor que la ausencia y la distancia. Y te clavaste aún más adentro si cabe. ¡Que torpe, que iluso! Sé que no voy a aprender nunca, ni a escarmentar, pero es que tampoco quiero hacerlo.
Quiero errar las veces que haga falta, equivocarme siempre que sea contigo, porque si es sin ti, ya sabré que estoy equivocado de antemano. Quiero desperdiciar en ti todas y cada una de mis rimas mal compuestas, cada frase de mi prosa barata, cada palabra encajada con calzador para que suene armoniosa, para que evoque tu calidez ausente. Quiero que de mis ripios velados se desprendan besos que mitiguen el dolor de una nueva batalla perdida. Quiero que cada derrota me enseñe una forma nueva de cómo no hay que hacer las cosas. Y, por eliminación, sé que llegará el momento en que dé con la correcta. Tengo tiempo. Las prisas nunca me gustaron en exceso aunque los excesos formen parte de mí y, para llevarme la contraria a mí mismo, al tiempo que pienso esto piso más el acelerador.
Cambio de marcha, subo el volumen. Una última calada solitaria. El calor de la lumbre se acerca peligrosamente a la ampolla del anterior cigarro, haciéndome recordar de nuevo la diferencia entre la realidad y tú. Tiro la colilla  y una estrella cruza veloz el firmamento. Nunca creí en esas cosas absurdas, pero sé que tú sí, así que, por ti, pido mi deseo pertinente. Pido volver a verte durmiendo en mi cama. Pido que se me devuelva la oportunidad de reunir el valor necesario para meterme en ella y abrazarte. Y tenerte. Y ser yo en ti.
     Pido que las manecillas del reloj se den la vuelta, que el calendario retroceda hasta aquella vez primera que te di fuego. Empezar de cero. Conocerte otra vez. Poco a poco, despacio. Y volver a emborracharme contigo, volver a hacer nuestras las barras de los bares y los callejones desiertos a punto de rallar el alba. Perdernos, pero de verdad. Porque estando tú, perdido sé que no voy a estar.
Y no, no se va a cumplir el deseo. Las manecillas seguirán hacia adelante. El calendario seguirá avanzando. Yo creo recordar que hace tiempo que dejé de fumar y ya casi nunca me emborracho. Y si lo hago, lo hago sólo, aunque así es menos divertido. Y ya no me pierdo, mas sigo sin saber a dónde tengo que ir.
Se me ha acabado la carretera. La ciudad se ha quedado atrás y la radio aquí ya no suena. Detengo el coche a un lado, me bajo y me dejo caer sobre el capó, notando el calor del metal caliente bajo mi espalda, los brazos bajo mi cabeza, tu voz en el viento.
Se nos han pasado los años esperando oportunidades que sabíamos que no iban a llegar, porque tiramos por el desagüe la que debió ser la buena, la auténtica, la que dio origen a todo. En tu pelo de negro obsidiana ya caen algunas hebras de escarcha y yo me he convertido sin apenas darme cuenta en todas las cosas que tantas veces me prometí a mí mismo que nunca sería. Sin embargo, cuando te veo, que es nada comparado con lo que yo quisiera, siento como si nada hubiese cambiado. Como si aún fueses la niña de la calle de atrás. Como si aún hubiese tiempo para preparar de nuevo juntos  la cena en mi cocina desordenada.
Siento que podríamos volver a ser dos inconscientes jugando al billar mientras el mundo hace carambolas contra el universo. Siento que podría volver a hablarte de mí, que podrías volver a hablarme de ti y que no se notaría el cansancio de los pasos que nos condujeron hasta aquí. Siento que todo podría ser tan fácil como decir que sí o decir que no. Depende de la pregunta. Pero lo fácil siempre está lleno de contradicciones.
Sería fácil llamarnos. Y no lo es. Sería fácil quedar un día cualquiera. Y no lo es. Sería fácil hablar a las claras. Y no lo es. Sería fácil… en fin. Todo podría hacerse fácil, si se quisiera. Pero es más fácil no complicar las cosas. No vaya a ser que lo que puede parecer tan fácil se torne en un problema de absoluta dificultad. Irresoluble, imposible.
Arañan ya el cielo las luces primeras del alba y sangra el añil ante la puñalada traicionera de la aurora. Se aparta la tiniebla, pero no de mí. Se marcha la noche, mi compañera de desventuras, mi aliada de escarceos, mi medio natural para encontrarte. El día empieza a romper tirando abajo cualquier posibilidad de tenerte. Porque tus días no son mis días. Porque tus días son otros. Pero las noches… bueno, las noches siempre podrían ser nuestras.
El sol baña el horizonte que se extiende, mudo e impasible, ante mis ojos. Un horizonte de sueños y deseos por cumplir. Un horizonte de posibilidades y oportunidades desaprovechadas y de otras que aún podrían estar por venir. Un horizonte de sendas y veredas que guíen nuestros pasos hacia un remanso común donde descansar. Un horizonte por alcanzar yendo tras de ti. Un horizonte lejano, inalcanzable, onírico y difuso. Un horizonte quimérico, absurdo. Un horizonte infinito.
Subo al coche, arranco y acelero de nuevo. El camino no se acaba aquí. El camino sigue. El camino siempre seguirá ahí delante, mientras haya un motivo para seguir viajando.
Y a mí me sobran los motivos.

Alcaucín / Vélez- Málaga, escrito entre los meses de Mayo y Agosto de 2015

lunes, 17 de agosto de 2015

Duermevela

Cuéntame la historia de nuestras huellas silenciosas,
el antiguo legado de los pasos que lentamente nos han traído aquí.
Háblame de sueños, de luchas y libertades,
revélame el misterio que se oculta tras tu secreto de marfil.

Quiero de tu mano descubrir senderos prohibidos,
desorientarme en el laberinto de tus palabras,
naufragar en la cadencia de tus sílabas
y que, irónicamente,
sea tu voz mi brújula y mi mapa,
mi compás, mi estrella del alba,
mi rosa de los vientos,
mi paz, la calma.

No me pidas que enfríe situaciones,
o que no caliente momentos,
que yo vivo de instantes, de alientos,
y mientras tú analizas las contras,
seguiré coleccionando carpe diems
y guardando desengaños en mi mochila rota.

Tal vez no sea lo que crees que soy,
quizás yo a ti tampoco te conozca.
Puede que de idolatrías y lealtades
se cieguen ojos que no ven
que sólo somos pequeñas personas,
indefensas, simples, mortales.

No siempre lo correcto es lo idóneo,
no siempre pararse a pensar es la mejor idea.
Búscame cuando la noche se rompa,
cuando la magia aparezca, cuando la veas.
Piérdete conmigo en las arrugas de tu cama,
aunque conveniente no sea.
Y recuerda que lo que lees te lo estoy susurrando,
a media luz, en tu duermevela,
pese a saber que cuando despiertes,
posiblemente, no lo entiendas.

Alcaucín / Vélez-Málaga, 18 de Agosto de 2015

lunes, 20 de abril de 2015

Tempus fugit

Háblame de ti.
O de mí. 
Del vaivén taciturno de las noches caprichosas.
De los días caídos como hojas secas en el otoño.

Háblame de la brisa que jugaba en tu pelo cada tarde,
del aleteo de tus pestañas cual mariposas efímeras
y de la sonrisa tonta que me dibujabas
en mi rostro de payaso melancólico.

Háblame de la aurora al viento de levante,
de robarle estrellas a la madrugada para ponerle luz a tu alcoba,
háblame de playas, de mares y arenas,
de guitarras silenciosas,
de melodías que ya no nos suenan.

Háblame como si fuese la última vez que fueras a hacerlo. 
Háblame.
Y te estaré escuchando. 
Con la nostalgia y el cariño con que se oyen los discos viejos. 
Con la certeza de saber
que el momento se nos está escapando.

Y si vienes a verme,
que sepas que aquí te espero.
Si vienes a buscarme,
ya sabes que no te he olvidado,
que si me sueñas, te sueño,
que si te sueño, te amo,
que si te amo es porque te quiero
y si te quiero, será por algo.

Y si no nos soñamos, bueno...
...igual alguno de los dos está equivocado...

Quiero desnudar de dudas la espera,
que a tu vera tu luna sea mi cuna,
que seas compañera, mi diosa de la fortuna,
mi anhelo, mi senda y mi duermevela.

Siempre fui el niño pobre
encaprichado del juguete caro,
siempre quise perseguir quimeras,
danzar bajo la lluvia,
mojarme en los charcos
y llenar de primaveras
otoños que se van pasando.

Tu siempre fuiste el terremoto,
el huracán que revolvía mis esquemas.
Ahora camino a oscuras,
ahora no oigo tu voz,
ya no sigo tu estela.

Ahora me gustaría volver a hablarte.
Hablarte y que me hablaras.
Que me hablaras de ti.
O de mí. 
O de lo que te dé la gana. 

Háblame del transitar lento de las estaciones,
de la hégira constante de los años. 
Háblame del desperdicio del instante,
háblame de cómo hemos cambiado,
de la soledad de los amaneceres,
de dónde estamos, de a dónde vamos. 
Háblame del tiempo fugaz
que se nos escurre de entre las manos.



Alcaucín / Vélez-Málaga, 19 y 20 de Abril de 2015

jueves, 26 de febrero de 2015

Volver a empezar

¡Hola! ¿Qué tal? 
¿Cómo te va? 
Después de tanto andar
nos volvemos a encontrar,
sin saber de qué hablar.

Cuéntame cómo estás,
si vas a trabajar
o vuelves de estudiar
¿no es este tu portal?
 
No sé lo que contar
ni sé a dónde mirar,
te miro y tiemblo,
tiemblo y te sueño.

Sueño volver a empezar,
volver a comenzar,
invertir el tiempo
y volver hacia atras,
volver a caminar
por las calles de la ciudad,
por sitios que eran nuestros
y si quieres, quizás,
volvernos a emborrachar,
ir de bar en bar,
que aunque cerraran los viejos,
alguno quedará.

Me vuelves a mirar
sonriendo sin parar.
El mundo empieza a girar,
creo que se hace tarde ya,
me tengo que marchar.

Como tantas veces más
sigo sin ser capaz
de decir la verdad,
tragando lo que quiero gritar.

Te veo tras el cristal,
me callo y tú te vas,
te vas y yo me quedo,
me quedo en silencio.

Silencio, otra vez no,
quiero que oigas mi canción
y sepas que te quiero,
te quiero y sueño.

Sueño volver a empezar,
volver a comenzar,
invertir el tiempo
y volver hacia atrás,
volver a caminar
por las calles de la ciudad,
por sitios que eran nuestros
y si quieres, quizás,
volvernos a emborrachar,
ir de bar en bar,
que aunque cerraran los viejos,
alguno quedará.

Sueño volver a empezar,
volver a comenzar,
sueño y estamos despiertos,
mirándonos sin hablar,
después de tanto andar
nos volvemos a encontrar
gritándonos secretos,
no sé cómo continuar,
te toca contestar,
si, no o que todo siga igual,
jugando a escondernos
tras un estúpido disfraz.

Y si no sale bien,
y si echas a correr,
total, ya ¿qué más da?
algo habrá que arriesgar.
Ahora te toca jugar.
Mientras, yo volveré a soñar.

Alcaucín / Vélez-Málaga, 26 de Febrero de 2015

viernes, 6 de febrero de 2015

Hoy

Hoy el viento me sopla de poniente,
no hay ni sal ni espuma en la brisa;
muda se queda la mañana dormida en las horas
que lentamente erosionan tu recuerdo azul.

Me tocó subir por las escaleras
pues no encontré el ascensor que me llevaba hasta el cielo
y tuve que aparcar en doble fila porque llegué tarde y el parking...
...en fin, el parking ya estaba lleno.

Hoy la tristeza me llueve en gotitas pequeñas,
para que no se note, para que no me duela,
y me disfrazo de músico loco y poeta borracho
para esconderte entre versos rosas por septiembre.

No me sabe igual un cubata aunque sea en vaso largo
si no tengo el humo saliendo de tu boca,
el amanecer se nos volvió tarde y la noche
nos apagó las luces, se pintó de sombras.

Hoy me bailan las estrellas por Triana
y la luna se esconde, la luna no se asoma.
Hoy le susurro al olvido que estoy solo,
hoy me cuenta el silencio que tal vez también tú estés sola.

Hoy me perdí de nuevo en el brumoso recuerdo
de tu cascada azabache y tu tacto de cobre.
Hoy cogí de nuevo con ganas el papel y la tinta,
pero ya no me acordaba a qué me rimaba tu nombre.

Alcaucín, 5 de Febrero de 2015

sábado, 6 de diciembre de 2014

Lithium

Te encontré sin quererlo, / Te sueño entre lágrimas,
cuando olvidaba amaneceres, / cuando la noche es oscura
y fui gaviota alzando vuelo, / y soy fantasma penando cargas,
adornando de perlas lo que tal vez no eres. / dibujando de plata lo que me roba la luna.

En el azul de un parpadeo / En las indirectas veladas
hechizaste mi sonrisa una tarde / se rompió la magia de antes
saliendo furtiva al encuentro, / huyendo como niños asustados
encendiéndome como la zarza que arde. / escondiéndonos al vaivén del instante.

Carmín y rosas sobre mi almohada / Espuma y sal en las mejillas,
imaginé cuando supe tu nombre, / el mar me devuelve tu aroma
que se acabe la noche y venga el alba / quiero rimarte porque rimas con poesía,
y que la mañana ilumine lo que tu mirada esconde. / quiero tenerte y te extraño a solas.

Te estoy bebiendo a sorbos cortitos, / Te estoy olvidando a tragos largos,
conociendo de ti lo poco que enseñas, / desprendiéndome de todo lo que fuimos
que ingrata la negra sombra, / que triste la soledad eterna
fría tiniebla que me oculta lo que sueñas. / de los caminos silenciosos por los que huimos.

Confusión y realidad
locura bipolar,
trastorno de la razón
¿a dónde estás?
¿a dónde irás?

Dime ahora ¿quién eres tú?
Si te pierdes, ¿dónde te puedo encontrar?
Necesito litio para vivir,
te escondes y no sé a cuál buscar.

Contigo me quiero perder,
llévame a tu lado una vez más,
párteme el pecho en dos,
sepárame y elige tu mitad.


Alcaucín / Vélez - Málaga, 9 de Octubre / 7 de Diciembre de 2014

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Estado sólido (Materia III)

Gravedad.
Atracción constante que me impide separarme del suelo,
encadenándome inexorablemente a la dura corteza terrestre.
Y en el eje magnético estabas tú.

Me has atraído como si fuésemos imanes,
me has convertido en metal inerte,
y ahora ya no puedo escapar,
no puedo despegarme de ti.

¿Fortuna?
No, para nada.
La suerte para quien la encuentre,
impaciente y solitaria bala en el tambor,
laberinto de sentimientos contradictorios
y, a la salida, el Rubicón nos pillaba de paso, alea jacta est.

¿Solución?
Bueno, quizás.
Tampoco sé muy bien cuál es el problema,
aunque la incógnita ya comienza a despejarse.
Sueña y déjate llevar por el misterio de la noche,
carpe diem y el arrepentimiento será mañana.

Ignoro tu pasado,
pero ahora eres presente.
No importa nada más.
Te oigo y te entiendo.
Y tú a mí,
aunque haya que gritar para escucharnos entre la gente.

Quiero acunar mis labios en tus labios,
y dormirme al exótico tacto de la canela en tu piel,
de kilómetros y cometas pintar el crepúsculo lento,
divagar,
dejarnos llevar por el vaivén envolvente de los astros.

Quiero acostumbrar mis pasos al ritmo de tu andares
y caminar en la misma dirección que dicten nuestros instintos,
enamorarte,
abrirte las puertas que cerré con llave
y que el candado lo pongas donde quieras tú.

Quiero que seamos el terremoto,
placas tectónicas que no dejen de chocar
y, en estado sólido,
convertirnos en uno
cada anochecer.

Alcaucin / Vélez-Málaga, 16 de Agosto, 24 de Septiembre de 2014

jueves, 14 de agosto de 2014

A la sombra de un cubata

Hoy tu pelo sé que peina ya alguna cana,
aunque a la luz de nuestra noche a mi eso nunca me importe.
Será, tal vez, porque sigues encaramada al pedestal en el que un día te puse
o porque no he aprendido todavía
a encontrarte más defectos que los que tú te empeñas en hacer evidentes.

Se me rallaron los discos viejos de tanto oírlos
y de aquella canción que nos gustaba apenas recuerdo ya la letra.
Puede que ya no busque baratas excusas de madrugada para de casualidad ir a verte,
o puede, quizás, que se duerma la mañana
esperando momentos equivocados y amaneceres que no rompieron.

De la mar traicionera me susurra el levante
que de otra mano por sus playas ahora paseas,
mientras que acurrucado a la sombra de mi cubata,
solo yo sé la verdad de las mentiras que me cuenta.

Que por más que tengas quien te atrape la luna,
yo seré el único capaz de bajarte las estrellas,
que hay más y de mayor tamaño,
aunque desde donde pasas las horas no te lo parezca.

Que quise olvidarte siendo yo por ti silencio,
pero tú apareces cuando te da la gana,
nota de guitarra caprichosa,
revolviendo esquemas, retrocediendo el tiempo,
tirando piedras a mi ventana
 y vuelves a ser la niña de la gorra rosa
enloqueciéndome con tu risa tonta,
con imaginarias caricias lejanas.

Sin hablar te he contado tantas cosas
que cuando te tengo delante ya no sé qué decirte.
Me he quedado sin sombra y no tengo para otro trago,
al sol hace calor,
al calor de tu ausencia me quedo helado.

Y no me vengas con que ya no voy a visitarte,
que lo hago a cada instante pese a que solo sea en mis sueños,
lo que pasa es que ya no somos niños, que nos hicimos grandes
y el mundo...
...el mundo se nos quedó pequeño.

Vélez - Málaga / Alcaucín, 13 y 14 de Agosto de 2014

martes, 22 de julio de 2014

Mi princesita

Con plata de luna,
con la sal y la espuma
de una ola en la arena,
con la mar cancionera
quiero hacerte una cuna
pa' dormirte a mi vera.

Con polvo de hadas,
con aire de la mañana
y aroma de primavera,
de soles y estrellas
voy a escribirte una nana
pa' arrullarte con ella.

Y velaré,
por tu sueño velaré
contemplando tu sonrisa.
Y seré
si hace frío, el calor,
si hace calor, la brisa.

Con juncos marineros,
con caracolas y luceros
de la noche serena,
del tallo de una azucena
yo te haré un sonajero
pa' que rías mientras suena.

Aleteo de mariposa,
piel de jazmín y de rosa,
mi pequeña sirena,
cálida luz de vela
que me ilumina la sombra,
mi golondrina que vuela.

Y velaré,
por tu sueño velaré
contemplando tu sonrisa.
Y seré
si hace frío, el calor,
si hace calor, la brisa.

Yo guiaré,
tu camino guiaré,
te llevaré de la manita.
Tú serás
alegría al despertar,
mi niña bonita,
el alba en la oscuridad,
mi brújula al navegar,
serás siempre mi princesita.



Alcaucín / Vélez - Málaga, 21 y 22 de Julio de 2014

martes, 8 de julio de 2014

El último amanecer

    Piérdete una última vez conmigo, por callejones a la luz tenue de una farola mientras maúlla el gato vagabundo a la luna traicionera, mientras la noche todavía es cómplice y aliada, confidente muda de secretos que se diluyeron en el hielo de un cubata, que se esfumaron como humo de tabaco y aroma de vainilla y de coco, palomas que alzaron vuelo al amanecer, hace demasiado tiempo.
     He dejado de mendigar migajas a las puertas del cielo, de pedir limosnas a quien no me debe nada. Han colgado ya el cartel con el que se reserva el derecho de admisión, se ha hecho tarde y San Pedro ha echado el cerrojo. Y yo, torpe iluso despistado, aun me pregunto a qué hora amanece.
     Me lloran gotas de lluvia triste las canales que cuelgan del tejado de tu ausencia, recuerdos de otoños que pasan, nostalgias de primaveras que no llegan. Pero tranquila, princesa, que yo ya he tirado la toalla y he descubierto que se está cómodo aquí, tirado en la lona, como la vencida hoja seca. No me apetece ponerme en pie de nuevo para recibir más golpes en la cara, ni luchar, ni llorar, ni sangrar... no me apetece volver a tenerte cerca.
     Seré jinete que huya hacia el horizonte, sin volver atrás la vista, sin vacilar ni un instante. Dejaré que se extiendan desiertos y llanuras entre nosotros, dejaré que el paso del tiempo borre de una vez mis huellas y cabalgaré solo, cabalgaré libre, sabiendo que tú ya no me esperas.
     Quisiera recorrer caminos nuevos, explorar otros senderos, otras veredas. O, simplemente, aprender a apreciar la belleza de los paisajes que nos rodean. Te deseé tanto que te convertí en mi musa, mi diosa, fuente de inspiración para mi confusa poesía, para mi prosa profana. Ahora ya, sin embargo, roto se queda el misterio, se apagó el embrujo, se nos fue la magia.
     No voy a volver más a salirte al encuentro. No me esperes, que no apareceré en la madrugada, aunque te guardaré, por si llega un día en que lo quieras, alguno de mis besos, el "te quiero" que nunca te dije y unas cuantas lágrimas de mi almohada. Que si me voy no es porque ya no me importes, si me marcho no es porque ya no te quiera, que cada vez que duerma te seguiré soñando, pero ya es hora de poder ser feliz, cada uno a su manera.

Vélez - Málaga, 8 de Julio de 2014

martes, 17 de junio de 2014

Estado gaseoso (Materia II)

Vendaval.
Ráfagas de viento azotando con furia mi cuerpo,
zarandeándome como frágil hoja seca sin rumbo.
Y en el ojo del huracán estabas tú.

Me has barrido como si fuese ceniza,
me has arrastrado como polvo a tu paso,
y ahora ya no puedo recuperar mi forma,
no volveré a ser yo.

¿Destino?
No sé, lo dudo.
Dejé de creer en esas tonterías,
escepticismo forjado a base de escarmiento,
coraza pétrea que me labré a golpe de cincel y martillo,
escudo con el que protegerme de promesas falsas y besos que no daré.

¿Serendipia?
Si, podría ser.
Nunca te busqué y sin embargo ahí estabas,
solo que ahora no es momento para juegos de azar,
desperdicié la poca suerte que me quedaba en la ruleta rusa,
dudo que pueda arriesgarme a más tentaciones vestidas de oportunidad azul.

No sé tu nombre
y te llamo a gritos entre sueños.
No me respondes.
Te alejas despacio sin darte la vuelta.
Sin detenerte.
Sin leer mi rima absurda dibujada en el aire.

Quisiera ser brisa furtiva entrando por tu ventana,
de seda y terciopelo desnuda cada noche recorrerte,
descubrir cada hueco tuyo, cada rincón oculto,
explorar,
perderme entre torbellinos y tornados de morena piel y placer prohibido.

Quiero conocer la magia que se esconde en tu mirada,
en la penumbra de tu alcoba ser el acorde lascivo que quiebre el silencio,
seducirte,
mostrarte el sendero umbrío que conduce a mis secretos,
ser contigo, morir en ti.

Quiero ser el aliento,
el suspiro y la exhalación
y, en estado gaseoso,
al calor de tu cielo
junto a ti ascender.


Alcaucín / Vélez - Málaga, 17 de Junio de 2014

miércoles, 11 de junio de 2014

Naturaleza muerta

Cerré los ojos y vi tu luz,
abrí las manos y tocarte quise,
mientras ululaba ante mí la brisa
del sepulcro frío proveniente,
entre las tumbas sin nombre
cubiertas de hiedras marchitas.

Quebróseme la voz y gritar no pude,
apretábase con fuerza el nudo a mi garganta
y, abandonándome a la derrota,
me encomendé al destino,
viéndote marchar entre penumbras,
adentrándote en la sombra.

Esquirlas de cristal parían mis ojos,
la noche se hizo mi amiga, mi compañera,
no pude seguirte allí donde te fuiste,
dejé que me cubriesen las zarzas y las enredaderas
y, convirtiéndome en estatua muda y ausente,
morí por tu partida, pagando mi condena.

Alas negras las de los cuervos
que sobre mis brazos sus nidos tejían,
fueron mis orificios lúgubres moradas
para las alimañas, gusanos y culebras
y, siendo ya mis piernas meras raíces inmóviles,
pasé a ser el guardián de la sombría cripta,
el amante eterno, la impasible naturaleza muerta.
Aquí te esperaré ahora y por siempre,
vestigio triste del enamorado a tus puertas.

Alcaucín, 10 y 11 de Junio de 2014

lunes, 9 de junio de 2014

Estado líquido (Materia I)

Maremoto.
Olas rompiendo en la boca del estómago,
provocando tsunamis que se elevan hasta la garganta.
Y en el epicentro estabas tú.

Has desatado la tormenta y la lluvia,
has agitado los océanos sin quererlo,
y ahora ya no habrá calma,
no habrá donde guarecerse.

¿Casualidad?
No sé, tal vez.
Cruce de miradas furtivas,
cómplices entre el murmullo mundanal,
silencio armónico rompiendo el ruido perturbador,
abriendo brecha en la amalgama de ecos depravados que nos envuelve.

¿Deja vú?
Es posible.
Creo que esto ya lo viví una vez,
pero no salió como yo esperaba,
porque tengo la manía tonta de esperar siempre demasiado,
de levantar castillos de naipes en equilibrio sobre la punta cruel de un alfiler.

No te conozco
y ya sé cómo eres.
No eres como las demás.
Simplemente, eres tú.
Y te estaba esperando,
aunque has tardado más de lo previsto.

Ahora quiero desnudar caricias sobre el frío mármol blanco,
de entre las hojas secas rescatar la flor que aun pueda renacer,
tejer capullos y experimentar la metamorfosis,
evolucionar,
avanzar en la dirección que marquen tus pasos.

Quiero descifrar el secreto de tu sonrisa misteriosa
y, entre tinieblas, susurrar versos prohibidos a tu oído,
pervertirte,
arrastrarte hasta mi rincón sombrío
y que ni la luna ni el alba nos molesten.

Quiero convertirme en agua,
ser la gota y la corriente
y, en estado líquido,
en el mar de tus pupilas,
diluirme en ti.


Vélez - Málaga, 9 de Junio de 2014

martes, 3 de junio de 2014

Redención

Me dejaste con la boca cerrada,
a mí, que siempre tengo respuesta para todo,
cuando me recordaste los errores del pasado
y no supe replicarte porque no había excusa posible.

No puedo darle marcha atrás al calendario,
ni hacer que las manecillas del reloj giren a la contra,
aunque te garantizo que me encantaría conseguirlo,
que ojalá fuese capaz de arreglar lo que dejé roto.

Me convertí en fugitivo cobarde huyendo de mis fantasmas,
Juan Sin Tierra ni hogar al que regresar,
jinete solitario atravesando desiertos a galope tendido,
Campeador en el destierro sin espada ni ejército, arrepentido.

Han ido cayendo los años como las hojas secas en el otoño
y he regresado con mis harapos rotos de polvo cubiertos,
el camino fue duro y largo,
eterno tal vez podrían decir algunos,
ahora tan solo quiero descansar junto a ti,
volverte a contar secretos a la luz de una vela,
a media voz oír de nuevo los tuyos,
reírnos como idiotas de las tonterías que nos hacían tanta gracia,
pese a que no la tuviesen,
ser tú y yo,
como éramos ayer.

Igual ya no es momento para esas payasadas,
puede que, como tú dices,
nos hayamos vuelto viejos y aburridos,
¿quién sabe?
Sin embargo, yo quisiera tocar cada tarde a tu puerta,
brindar por mañanas que no se han escrito todavía,
que el alcohol cicatrice las heridas antiguas
y, así, ebrios y con los sentidos alterados,
dedicarle a la luna en la madrugada
danzas guerreras y bailes prohibidos,
sin miedo,
sin vergüenza.

Quisiera redimir mi culpa y empezar de cero,
quisiera plantar otro rosal,
quisiera recuperar el tiempo perdido,
pero lo único que se me ocurre es pedirte perdón.
Quisiera retomar el sendero, sin equivocarme,
pero la elección no es mía,
decide tú por mí.

Alcaucín / Vélez - Málaga, 3 de Junio de 2014

viernes, 30 de mayo de 2014

Lacrymossa

Me arranqué el corazón del pecho para que no me doliera
y lo guardé en una cajita en mi desván de esperanzas rotas,
junto a las promesa que nos hicimos o que imaginamos,
al lado de mi colección de besos por darte.

En la niebla espesa de mis silencios me di el capricho de perderme
y deambulé a tientas por los oníricos senderos que me trazaba el destino,
durmiente sonámbulo soñándote cada noche sin quererlo,
forjador de calladas ilusiones ocultas a tu mirada.

Te busqué por bosques antiguos y arboledas milenarias,
sabias sus cortezas, profundas sus raíces ancladas a la tierra,
y te perseguí creyéndote ninfa fugitiva y huidiza,
dríade juguetona de cautivadora belleza.

Corrí detrás tuyo queriendo darte caza,
rastreando con esmero cada una de tus huellas,
pero tú, mimética y burlona,
te escondías cada vez que pasaba cerca.

Te perdiste antes de que pudiera atraparte,
desapareciste ocultándote entre helechos y malezas,
mudo quedó el bosque,
muda mi guitarra y mi pluma de poeta,
muda la mañana,
muda la sombra, muda mi pena.

Ahora despierto cada noche entre lágrimas,
gritándole tu nombre a las paredes calladas de mi alcoba vieja,
se perlan mis mejillas de nostalgias saladas
al recordar que lo que antes fue verde ahora son hojas secas,
que no soy el guerrero de la armadura plateada,
que no eres xana que me acariciará mientras duerma,
por eso lloro solo y a oscuras,
lloro amargura,
lloro poemas.

Vélez - Málaga, 30 de Mayo de 2014

jueves, 15 de mayo de 2014

La chica de las canciones

Me he quedado sin tema de conversación
porque creo que ya te lo he dicho todo,
que quieras enterarte o no, eso ya es cosa tuya,
aunque a buen entendedor, mi poesía es la que sobra.

Me empeñe en arrancarle estrellas a la madrugada
para prenderlas en tu trenza morena,
hoy en cambio me alumbro con una cerilla apagada
y me caliento arrojando nostalgias a mi hoguera.

Fuiste amanecer luminoso y noche embrujada,
luz del alba y yo príncipe de la tiniebla,
pero nos convertimos en islas que se alejaban,
planetas errantes en órbitas imperfectas.

Ya no tiro piedras a tu ventana
ni seré yo el que golpee más a tu puerta,
aquí me quedaré viendo pasar las tardes
mientras fuera seguirán lloviendo penas.

Pero puede que tal vez uno de esos días que tengo tontos,
me pille con la inspiración más excitada de la cuenta
y, a lo mejor de nuevo, ¿quién sabe?
me de por escribirte alguna de mis chorradas de falso poeta.

Y si lo hago, donde tenga que constar que conste
que esa no será la primera
y pon también que no lo haré rimando
porque ya me aburren las rimas si no son sinceras.

A cambio, te enviaré flores si lo creo conveniente,
te soñaré cada noche si así se me antoja
y a la luna le pondré tu nombre,
para que te ilumine el camino cuando andes a solas.

Te esconderé besos en mis versos camuflados,
te mandaré "te quieros" silenciosos en cada estrofa,
claves secretas para que las descifres si te apetece,
mensajes entre lineas que puedas leer si te da la gana, si te importan.

Trataré, aunque me cueste conseguirlo,
alejarme de los tópicos clásicos y la épica típica,
que ya está todo demasiado visto y manido
y me hastía repetir las mismas métricas, las mismas líricas.

Me he cansado de hablar de tu pelo negro,
se hace pesado seguir recordando el mar azul,
ya no sé muy bien que más contarte ahora que has comprendido
que la chica de mis canciones siempre fuiste tú.

Alcaucín / Vélez - Málaga, 14 y 15 de Mayo de 2014

viernes, 9 de mayo de 2014

Azul Profundo

No recuerdo haber estado nunca con ella junto al mar, pero el mar siempre me recuerda su nombre. Olas suicidas que rompen contra las rocas impregnando mis sentidos de sal y de espuma, de mar, de ella. Un azul infinito y profundo que me evoca lo profundo de su mirada, que no era azul, que era negra. Y su pelo. Su pelo, como su mirada, que tampoco era azul, que también olía a espuma y a sal, a mar, porque el mar me huele a ella.
            Y yo, que no soy del mar, que jamás fui capaz de aprender a nadar porque le tengo miedo al agua, me creo marinero valiente luchando contra tempestades y temporales sobre mi navío altanero, arriando velas y lanzando cabos, surcando océanos de calamidades a ciegas, sin catalejos ni cartas de navegación, sin compás ni rosa de los vientos. A ella la sueño sirena, que me engatusa con su canto lastimero y triste obligándome a dar golpe de timón en dirección a aguas someras, haciéndome encallar, volviéndome loco.
            Hoy es Abril, creo. No estoy del todo seguro. Nunca me gustó contar los meses porque hace que corran demasiado los años y a los días de la semana les cambio los nombres y los apellidos, pues de antiguos dioses y planetas que giran ya está casi todo dicho. Y si, corren. Vaya que si corren. Ya hace más de diez, creo que va para once, que se perdió el momento. Su camino y el mío se separaron para siempre y, aunque nos hemos vuelto a ver en algunas ocasiones, ya nada volvió a ser como antes. Porque antes fue hace mucho tiempo, antes fue hace muchos años.
            Antes rompíamos las tardes a golpes de chocar de vasos o de bolas de billar impactando unas contra otras. Antes silbaban las saetas volando hacia una diana clavada en la pared. Antes imaginábamos el mundo pintando trazos de colores en una pizarra que parecía que no se acabaría nunca. Antes soñar era gratis. Antes eras tú. Antes me sonreías. Antes yo te amé. Antes te creí eterna. Antes imaginaba que el amanecer duraría siempre y no me di cuenta de que se estaba haciendo de noche. Antes pude, o mejor dicho, debí hacerte mía, pero no lo hice. Antes ya no es hoy.
            Hoy yo estoy otra vez sentado en la playa, con los pies descalzos y mis viejos vaqueros rotos arremangados por encima de las pantorrillas, la guitarra muda en mi regazo y un cigarrillo sin encender entre mis labios resecos. Y solo. Oyendo al mar. Hablándole otra vez de ti sin poder hablarle de nosotros.
            Tú dejaste de ser la niña de la gorra rosa que a veces venía a hacerme la cena porque yo era incapaz de entrar en la cocina sin formar algún desaguisado, la que dormía en mi cama cuando se te hacía tarde para volver a la tuya. Yo colgué mis sueños en un perchero en el cielo, tan altos que no pude desengancharlos. Ahora tú cocinas para dos, pero yo no pruebo bocado. En vez de eso, me dedico a intentar robar estrellas para ver cual de ellas era la percha, mas cuando las atrapo entre mis manos me doy cuenta de que los pies no me alcanzan.
            Me callé como un cobarde, pensando que era lo correcto. No quise herirte, no quise hacerte daño. Perdóname si crees que te lo hice con el silencio, o perdóname por no habértelo hecho. Supuse que lo mejor sería huir hacia delante, dejar que la vida nos pusiera a cada uno en nuestro sitio. Y erré. Porque mi sitio era contigo. El sitio era nuestro.
            Dejé que te marcharas y alzaras el vuelo y, sin saber de ti, fui muriendo un poquito cada día, viendo como pasaban las estaciones, creyendo que te estaba olvidando cuando en realidad no era cierto. Levanté muros a mi alrededor para protegerme de los fantasmas del pasado, torres y almenas donde poderme guarecer y bastiones desde los que organizar mi defensa, pero todo se me vino abajo cuando sin previo aviso reapareciste de repente susurrando un saludo estúpido a mi espalda. Como frágil cristal de Bohemia se me quebró el alma y se me desplomaron los muros, cayeron las torres y las almenas y mi bastión quedó reducido a ruinas y escombros humeantes, cenizas del ayer. Fuiste el terremoto y yo el epicentro y se me tambalearon todos los esquemas.
            Por culpa tuya me he convertido en contrabandista de pasiones ocultas, mendigándote limosnas a escondidas en forma de besos que nunca llegaron. He querido traficar con sentimientos y, rompiendo la primera máxima de todo buen camello que se precie, me he acabado volviendo yonqui desesperado por poderme chutar un pico de ti. He pisoteado las rosas que yo mismo planté y que tanto tiempo me costó hacer que florecieran, arrancándolas de sus tallos sin importarme las heridas que me provocaban sus espinas afiladas en mis manos torpes y, regando la tierra con mi sangre, me he maldecido a mí mismo por el daño causado. He querido seducirte y ser Don Juan hablándote de lunas y orillas, pero tú, como perfecta y recatada Doña Inés, nunca has querido ponérmelo nada fácil. Incluso ha habido veces en las que he estado dispuesto a pegarle fuego a todo cuanto me rodeaba y salir corriendo sin mirar atrás, solo con la idea de poder apagar mi llama en ti. Luego se me han pasado las ganas y he preferido darme una ducha de agua fría. Me he arrastrado tantas veces hasta tu puerta que he llegado a quedarme sin zapatos, aunque en realidad no me importa mucho, es más, creo que me gusta andar descalzo.
            Y aquí estoy, descalzo en la playa. La tarde va muriendo lentamente, pero aún es pronto. El sol empieza a buscar cobijo en el horizonte y la humedad me embriaga mientras la marea va subiendo poco a poco. Intento arrancarle algún acorde a la tabla muerta, sin éxito. Nunca fui buen músico y sé que de ilusiones no se vive. Me decido a encender por fin mi cigarrillo, aparto el instrumento y me dejo caer hacia atrás reposando mi cabeza sobre mi antebrazo. Contemplo las nubes trazando oníricos dibujos picassianos al tiempo que emboto mis pulmones de nicotina y alquitrán. Exhalo lentamente una tenue humareda que se eleva cual cometa ansiosa de libertad hacia lo más alto. Entorno los ojos antes de que la leve brisa del levante me arranque una lágrima, dejando que el cigarro se consuma entre mis dedos. Y así, con mis párpados fuertemente apretados, entre tinieblas, te veo una vez más bailando a la luz de la luna, seduciéndome, arrebatándome la poca cordura que me queda. Repaso una a una cada ocasión que tuve para escupirte a la cara lo que luego descubrí que me estaba haciendo tanto daño por dentro y enumero simultáneamente las razones por las que no lo hice.
Éramos niños jugando a ser mayores, creyéndonos saberlo todo cuando en realidad no sabíamos nada. Nada de nada. Nada sobre nada. Éramos tan jóvenes. Tan inocentes. Tan idiotas.
            Ahora ya no somos niños, desde luego, y quizás el problema ya no sea el hecho de no saber nada, sino el de saber demasiado. Saber, por ejemplo, que las cosas pasan cuando tienen que pasar y que si no pasan, seguramente será por alguna razón, por algún designio divino, porque el destino así lo ha dispuesto o porque el momento no era ese. Es entonces cuando pienso que si aquel no era el momento, igual todavía quede un leve atisbo de esperanza, que es posible que nuestro cuando o nuestro donde todavía no se haya producido, que puede que se nos conceda aún una última oportunidad.  Y es entonces cuando el cigarro me quema los dedos.
Abro los ojos, doy un manotazo y aparto la colilla tirándola lejos, dándome de bruces con la realidad, siendo consciente de que lo que no fue ya no será. Que por mucho que intentemos forzar las cosas, ya no volveremos a sentir aquellas sensaciones. No volveremos a reírnos de las tonterías que antes nos hacían tanta gracia. No volveremos a emocionarnos oyendo aquella canción que hicimos nuestra o a hacer el payaso por callejuelas a oscuras en la madrugada, regresando a casa borrachos con los pies cansados y el corazón rebosante de alegría. No volveremos a coger el coche sin un rumbo predefinido, perdiéndonos sin saber a dónde llevan los caminos. No volveremos a preparar juntos la cena ni a jugarnos la ronda en una partida. No volverás a soñar en mi almohada y yo no volveré a pasar la noche en vela al lado tuyo preguntándome cómo sería acariciar tu piel desnuda. No volveremos a ser lo que fuimos, porque no se puede volver atrás.
            El sol ya casi se ha puesto, sangriento ocaso que tiñe el cielo de malva. Empieza a hacer fresco y a lo lejos se oye el monótono graznido de las gaviotas. Me miro los dedos, donde el cigarro me ha quemado. Se ha comenzado a formar una pequeña ampolla y me los froto una contra el otro, mitigando el dolor, como si no hubiera cosas que duelan más que eso. Me llevo la mano al pecho y me doy cuenta de que no me queda tabaco, otra cosa más que me recuerda a ti, que una vez me pediste candela y, desde aquel instante, yo quise ser siempre quien te calentara la cama.
            La marea sigue subiendo y se me están empezando a mojar los pies, pero no voy a apartarme. Aquí estoy a gusto. Me encanta la sensación de sentir el mar rompiendo contra mi cuerpo, como si yo fuera la roca, como si el mar fueras tú, humedad apagando mi hoguera, eterna lucha de elementos condenados a entenderse, a necesitarse el uno al otro, a coexistir. Vaivén constante de la naturaleza muerta. Sentimientos vivos a flor de piel.
            Comienza a oscurecer y Venus ya brilla en la lejanía. Júpiter desde aquí no puede verse y la luna, burlona y juguetona, esconde sus rayos de fría plata entre jirones de nubes de algodón de feria. El rugir del mar parece aumentar su volumen mientras me contempla solo en la playa, él a mi y no yo a él, embraveciéndose sabiendo que tú no llegas. Yo, sin embargo, no desespero, me siento sosegado y tranquilo. Ya te conozco lo suficiente y sé que te harás de rogar. Estoy acostumbrado a esperarte, incluso a que no vengas. Sé como eres y eso me gusta, aunque a veces me ponga de mala leche. Prefiero pensar que no lo haces a posta, y si lo haces, también me da igual. Pero el mar eso no lo entiende. Él sólo sabe que ya se ha hecho tarde, que ya es de noche, que este puede ser el momento y se nos está volviendo a escapar. Yo pienso diferente. Para mí, tarde se hizo hace tiempo y el momento bueno podría ser cualquiera. Si tardas, te seguiré esperando. Si no vienes, ya iré yo a buscarte otro día. Mientras puede que siga fumando solo, si es que encuentro tabaco. O tal vez vuelva a intentar aprender a tocar de una vez por todas la guitarra. Incluso es posible que me apunte a clases de natación, aunque sea viejo ya para esas cosas. En fin, también soy viejo para soñar y aun así, te sigo soñando.
            Te sueño desnuda cada anochecer entre mis sábanas blancas. Sueño que despiertas a mi lado cuando llega la aurora. Quisiera vivir siempre en tu boca, morar en tu cuerpo, habitar en ti. Y si me llega la hora y he de morir, que sea así también, contigo. Soy incapaz de imaginar un mañana en el que tú no estés.
            El mar ruge con toda su fuerza y luego se serena, se calma. En la distancia se oye el ruido del motor de un coche aproximándose y unas luces cálidas iluminan la playa. Mi cuerpo proyecta su alargada sombra en la orilla y la guitarra desdibuja su silueta deformada sobre la arena. El sonido del motor se silencia, enmudece, se apagan las luces, se abre una puerta que luego no se cierra, pasos acercándose y las olas ya no rompen contra mi piel mojada. Se han quedado quietas, tranquilas y expectantes, esperando a  ver qué pasa.
            Yo permanezco inmóvil, oyendo como poco a poco vas llegando hasta mí, imaginando tu caminar grácil y lento, el bamboleo perturbador de tus caderas, tu pelo meciéndose en la brisa nocturna, tu pecho de paloma agitándose con tu respiración entrecortada. Me pregunto cómo vendrás vestida. Tal vez lleves esos vaqueros ajustados que tanto me gustan y alguna camiseta desenfadada o puede que te hayas decidido por algo más acorde y hayas sacado de tu armario uno de esos vestidos que, aunque no lo necesites, realzan tus curvas de mujer perfectas. Me pregunto si traerás tacones o zapatillas de deporte y también si te habrás arreglado para la ocasión, si te habrás maquillado en exceso o si habrás preferido mostrarte tal y como eres, bella en todo tu esplendor, sin artificios ni añadidos falsos. Me pregunto si te habrás puesto aquel perfume que solías usar hace tiempo, el que olía a coco y a vainilla y que era imposible hacer desaparecer de la ropa que te prestaba. Me pregunto tantas cosas, que me cuesta darme la vuelta.
            Me pregunto si estaremos haciendo lo correcto. Me pregunto qué es lo que va a pasar ahora. Me pregunto si realmente será esto con lo que tanto hemos estado soñando.
            Tus pasos se detienen tras de mí. El mar sigue en calma, un estanque de un infinito azul profundo. Yo siento el calor de tu mano posándose con delicadeza sobre mi hombro. Tomo aire y entorno los ojos.
            El momento es ahora.

Vélez - Málaga, 23 a 27 de Marzo de 2014
(Relato presentado a la XV Edición Certamen Relatos Cortos
"La Aventura de Escribir" de Nerja)

sábado, 26 de abril de 2014

Calle del Olvido

No daba el presupuesto para un chalet en la costa
y me compré un ático en el centro,
amplio, soleado y espacioso,
pero sin vistas al mar.

No le cuentes a nadie que yo
amueblé cada habitación de recuerdos de ti,
decorando rinconcitos en tu honor
y pintando las paredes de soledad.

Estoy pagando en cuotas de nostalgia
y cómodos plazos de desilusión
deudas que no me dejan llegar a fin de mes
por hipotecar un corazón.

Me dediqué a ahorrar en palabras
invirtiendo en fondos de variable interés,
versos en una cuenta corriente al descubierto,
caricias a plazo fijo que no rodaron por tu piel.

Calle del Amor, Calle del Dolor, Calle del Olvido,
donde cada noche me llueven gotitas de ti.
Quise decirte hola y fue un adiós,
dime dónde te has metido,
por qué esquina te vieron huir.
Busco tu mirada, sueño con tu olor
y no sé si te has perdido,
pero en el silencio te oigo reír. 
Aceras mojadas, fachadas sin color,
por querer ser residente soy mendigo
hambriento de los besos que nunca te di.
Se pasó el tiempo y la ocasión,
de ser amantes nos quedamos en amigos
y ahora extraño lo que perdí.
Par de tontos por no hablar,
necios por callar,
idiotas por mentir.

Alcaucín / Vélez - Málaga, 26 de Abril de 2014