Me pregunto por qué la mañana siempre me trae aromas de sal y de espuma,
a mí, que nunca fui capaz de aprender a nadar,
por qué me gustará tanto recorrer las calles desiertas solo en la madrugada,
me pregunto qué diferencia hay entre el azul del cielo y el azul del mar.
Me pregunto por qué apareces siempre cuando menos te espero,
de repente, cuando te estoy empezando a olvidar,
como un elefante en una cacharrería,
revolviéndome todos mis esquemas, haciéndome dudar.
Traté de alejarme y poner tierra de por medio,
cambiando métricas y rimas por aires de libertad,
pero cada vez estoy más convencido de que los caminos no son rectos,
que hay senderos que por mucho que serpenteen siempre se vuelven a cruzar.
Mi brújula hace tiempo que no señala el norte,
no tengo mapas para poderme orientar,
simplemente sigo el rumbo que guían mis pasos
y es curioso, porque nunca dejé de saber a donde me van a llevar.
Ya no eres aquella niña que me alegraba las tardes,
puede que el paso de los otoños nos haya hecho cambiar,
sin embargo, por más hojas que se desprendan de los árboles,
tú serás eternamente princesa con la que cada noche soñar.
Me pregunto qué habría pasado de haber tomado las decisiones correctas,
me pregunto si todavía lo podríamos arreglar,
me pregunto de qué seríamos tú y yo capaces
si tuviésemos una sola oportunidad.
Alcaucín, 8 de Enero de 2014